El coworking está de moda: a diario recibimos noticias sobre nuevas iniciativas que surgen en torno a espacios de trabajo flexible y colaborativo. Lo que comenzó como un movimiento ciudadano liderado por autónomos y startups que necesitaban converger en un espacio y compartir recursos y sinergias se ha transformado en un negocio interesante para el sector inmobiliario, cercano hoy al mainstream y llamado a tener un papel protagonista en la definición del mercado del trabajo del futuro.
El coworking nació del impulso de grupos de emprendedores que buscaban transformar su forma de trabajar hacia la colaboración y la innovación abierta y con una vocación de transformación de su entorno. Y, para ello, necesitaban un espacio donde poner en práctica sus ideas de cambio y que facilitara los recursos necesarios para fomentar el espíritu emprendedor en comunidad.
En los últimos años, la transformación de las formas de trabajo que está demandando la sociedad ha disparado el interés por los espacios de coworking: encontramos este tipo de oferta en centros de negocio, empresas del ámbito inmobiliario y parques científicos. Hasta el mundo corporativo se ha fijado en ello, con experiencias diversas por parte de bancos o grandes consultoras.
Como consecuencia de esta ebullición, el sector vive una crisis de personalidad. Ahora que se habla de coworking hasta la saciedad, es el momento de volver al principio y de recordar los básicos de este movimiento: se trata de colaborar frente a competir, se trata de la comunidad, de participar en lugar de observar, de hacer más que hablar, de relación en lugar de formalidad, de audacia frente al confort, de aprender, de situar a las personas en el centro frente a los cargos o los egos… Un sector en transición… en un mundo en transición.
Vivimos inmersos en la cuarta revolución industrial, un cambio de época en el que estamos revisando cómo nuestra forma de vivir puede ser compatible con la sostenibilidad del planeta. Áreas como la movilidad urbana, la energía, la inversión de impacto, el consumo ecológico y consciente, el bienestar, la educación, el feminismo… nos cuestionan constantemente si lo que teníamos hasta ahora nos sirve para el futuro.
Afrontar los retos del siglo XXI requiere un cambio en nuestra forma de generar y entender la economía de tal magnitud que no puede quedarse únicamente en la suma de acciones individuales y descentralizadas. Es preciso buscar alianzas, trabajar en comunidad, con enfoque glocal, porque cuando actuamos juntos, podemos abordar con eficacia los grandes desafíos de nuestro tiempo e impac- tar en nuestro entorno más directo.
Nodos para la colaboración
En todo este tsunami, el coworking tiene una poderosa capacidad de transformación. Hablo aquí del coworking con CO de colaboración, de comunidad, de compartir, de conectar y de cocrear. Elementos todos ellos que conforman lo «extraordinario» de estos espacios de trabajo compartido, más allá de los metros cuadrados, la decoración o la calidad del wifi, que son sin duda temas relevantes de cara a optar por un lugar de trabajo, pero que en Impact Hub denominamos lo «ordinario» de un espacio. La clave para recuperar el sentido original del coworking como movimiento social está en crear nuevos nodos de colaboración para actuar frente a los retos del mundo de hoy. ¡Recuperemos el CO del coworking!
Por Antonio González, CEO de Impact Hub Madrid.
Publicado el 1° de agosto en Ethic (España).