Es sabido que el mundo ha entrado progresivamente en default ambiental por consumir más recursos de los generados. En particular, Argentina, dejó de estar entre los países con superávit ambiental per cápita por su biocapacidad a la hora de generar recursos, lo que indica que la demanda de recursos está superando a la oferta.
Frente a este escenario, y teniendo en cuenta los recursos naturales y la variedad de condiciones bioclimáticas presentes en nuestro territorio, es imprescindible avanzar de manera firme hacia la inversión en el desarrollo de energías renovables como la energía eólica disponible en nuestra Patagonia, la energía solar en la región norte, la energía hidroeléctrica en el litoral y la energía extraída de la biomasa generada por desechos orgánicos y/o industriales.
La incorporación de este tipo de energías en nuestras construcciones impulsará la construcción sustentable y, por ende, ayudará a reducir los impactos del sector en el cambio climático. Para que esto sea posible es necesaria la colaboración del Estado mediante incentivos a los usuarios y apoyo al sector privado para ofrecer servicios de provisión de este tipo de energías a precios competitivos.
Los gobiernos deben trabajar, de la mano de las empresas, arquitectos, urbanistas y diversas disciplinas, cada uno desde su responsabilidad, en la planificación consciente de ciudades donde prevalezca la construcción sustentable que, no sólo favorece un entorno más saludable, sino que además es rentable.
Arquitectura sustentable: costos y beneficios
A diferencia de un edificio tradicional, un edificio sustentable es aquel cuyo diseño, construcción y operación, reduce de manera significativa, e incluso elimina, el impacto negativo de las edificaciones sobre el ambiente y sus habitantes. Fundamentalmente, la diferencia radica en un uso eficiente de los recursos.
En mercados donde la cultura sustentable esta más avanzada ya se ha podido verificar que encarar un proyecto/obra bajo pautas “verdes” es altamente redituable, no solamente en variables intangibles, sino también en indicadores medibles.
Nuestra experiencia es que en Argentina, los comitentes, cuando les proponemos trabajar bajo pautas sustentables, nos suelen preguntar: ¿Cuánto más va a costar un edificio con estas características con relación a uno tradicional?
En efecto, el desarrollo y la construcción de una obra sustentable requiere en principio una inversión inicial algo superior que si se realizara sin tener en cuenta criterios ambientales, debido a los materiales, equipos, tecnologías y procesos que se emplean.
Basado en los diversos edificios sustentables que hemos construido en la ciudad de Buenos Aires y en el interior del país, el rango de la inversión inicial adicional que se debe afrontar en edificios corporativos es del 4 al 7 %.
Pero, en realidad, la pregunta correcta debería ser: ¿Cuánto menos va a costar este edificio?
De ahí una de sus definiciones de “sustentable”. La variable que generalmente no se considera es el tiempo. Un edificio se concibe para un ciclo de vida útil de muchos años, que en el caso de un edificio corporativo sabemos que sufre mejoras y transformaciones, pero como mínimo debemos tomar un ciclo de vida útil de 25 años.
Entonces, la ecuación correcta es considerar ese sobrecosto original pero teniendo en cuenta el menor costo de operación y mantenimiento que traen aparejados la utilización de criterios sustentables en la construcción. De esta forma, su impacto en la vida útil queda amortizado en los primeros años y a partir de allí la obra comienza a ser más económica, es decir, sustentable.
Evolución de los costos de la construcción sustentable
Nuestro estudio elabora mensualmente un índice de costos de un m2, denominado Índice ESARQ de Construcción Sustentable que refleja el valor y las variaciones del m2 de construcción de un edificio corporativo bajo normas de certificación LEED.
Dada nuestra trayectoria de más de 30 años en grandes proyectos de arquitectura corporativa sustentable, pensamos que este índice es un aporte al sector, permitiendo contar con un parámetro fácilmente verificable, fehaciente, y que pueda servir de guía a quienes están pensando en desarrollar un edificio “verde”.
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